“Adiós para siempre, mitad de mi vida,
un alma tan sólo teníamos los dos;
mas hoy es preciso que esta alma divida
la amarga palabra del último adiós.
(…)
Con lazos eternos nos hemos unido;
en vano el destino nos hiere a los dos...
¡Las almas que se aman no tienen olvido,
no tienen ausencia, no tienen adiós!”
Manuel María Flores (1840 – 1885)
De “Adiós”
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Foto de Milada Vigerova en Unsplash |
en tu despertar…
y fue lluvia y manantial
en tu desierto.
Pero ya hace tanto tiempo
que tu canto
dejó de hacernos vibrar
que ya no lo puedo recordar.
Pasó el momento
en el que las miradas
se iluminaban con la misma intensidad
de una rosa en primavera.
No naciste
para ser libre.
Necesitas un cristal
sobre el que llorar la libertad
que tienes miedo a vivir.
Ya el encanto se consumió
en la triste mueca
de un gesto fingido.
Ya el tiempo se desprendió
de la alegría y de los ecos
de su pasado esplendor.
Todo volvió a tu cauce
de amarga oscuridad.
Después de tantos años,
convertida la utopía
en auténtica realidad,
y, después, la realidad
en dolorosa desdicha,
quedo convencido
de que, siendo ave de paso,
nunca anidarás
en mi vida.
Y así, ahora
y para siempre,
te dejo marchar…
Emilio Muñoz
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